Cae siete veces, levántate ocho
La derrota es compañera habitual en toda actividad deportiva.
Los datos nos hablan de un 54% de desempleo juvenil en España. Los jóvenes menores de 25 años son los que más están sufriendo el contexto económico de los últimos años. Esta situación ha llevado por ejemplo a que la cifra de jóvenes catalanes que emigran haya crecido un 55% desde 2009.
Sin lugar a dudas en la actualidad los jóvenes españoles son los mejor preparados de la historia. España cuenta en la actualidad con 4.559.964 personas entre 15 y 24 años (61 millones en Europa), la mayoría de ellos estudiosos (42 %), también trabajadores (23 %), "marchosos" (17 %), consumistas (12 %) y hogareños (6 %), según datos recopilados por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud entre diversos informes.
Pero lo cierto es que por desgracia se han ganado la calificación de "NINIs", porque NI son valorados como merecen, NI se les ofrecen oportunidades. Esto ha provocado la búsqueda de otros horizontes laborales, abandonar el estado de confort (familia, amigos, hábitos, entorno seguro) y viajar a otros territorios. Es el caso de Ángel Murcia uno de mis alumnos del INEFC de Lleida que ha encontrado su realización profesional en China como entrenador en Hengda Evergrande.
El pasado fin de semana Ángel llevó a su equipo hasta la final del Torneo U15 del Gobernador que se jugó en Guangzhou City (Canton-China). El resultado no le fue favorable y perdió 2-1. Seguro que sabrá aprovechar una próxima oportunidad. Otra vez será!!
La derrota es compañera habitual en toda actividad deportiva. Es muy difícil por no decir imposible ganar siempre. Además la derrota es parte del aprendizaje. Me atrevo a afirmar que la madurez, la excelencia de una persona o de un equipo no se alcanza si no ha vivenciado momentos de fracaso. Es por eso que no debemos tener miedo a perder, todo lo contrario debemos estar orientados a aprender y encontrar motivaciones en esos momentos difíciles para poder mejorar. La información que nos aportan nuestros errores, nuestras debilidades, no tiene precio.
Las empresas tienen miedo a utilizar la palabra “fracaso”. La derrota no forma parte de su hoja de ruta. Y normalmente no alcanzar el éxito suele pasar factura (despidos, reestructuraciones, menores retribuciones, etcétera). Pero esta mentalidad y forma de actuar lejos de ayudar sólo genera presión y estrés personal y organizacional. Pensemos en que el talento está siempre en proceso de mejora y nunca llegaremos a alcanzar el 100%. Por eso una actitud ganadora exige mentalizarse en que la derrota va a ayudarnos a descubrir el camino hacia la mejora.
No hay que desesperarse ya que no podemos hacer todo bien. Hay que tener una cierta paciencia. Empresarios de fama mundial también cometieron errores y fracasaron pero fueron capaces de levantarse de sus propias cenizas y llegar a alcanzar sus propósitos. Por todos ellos valga el ejemplo de Walt Disney cuya infancia ya transcurrió entre apuros económicos y bajo la severidad de su padre, carpintero de profesión, que probó suerte en toda clase de negocios sin que nunca consiguiera mejorar su maltrecha economía. Disney montó su primera empresa, la Iwerks-Disney Commercial Artists, que apenas duró un mes. Posteriormente montó una compañía a la que llamaron Laugh-O-Gram Films productora de cuentos tradicionales, que funcionó bien hasta que la quiebra de su principal cliente los arrastró también a la bancarrota. Le siguió la Disney Brothers Studio con la que firmó su primer contrato importante, pero que fue insuficiente para hacer frente a sus dificultades financieras, por lo que cambiaron su nombre y pasó a llamarse Walt Disney Studio. El estudio sufrió un importante revés cuando su principal cliente se quedó con los derechos del conejo Oswald, un personaje creado por Disney que había protagonizado diversos cortometrajes. Películas como Pinocho (1940), considerada como una de las piezas maestras del cine de animación por los críticos y en la que se invirtieron 2.600.000 dólares, o Fantasía (1940), fueron un desastre comercial. Los éxitos consecutivos de Dumbo (1941) y Bambi (1942) significaron el inicio del imperio que hoy conocemos.
Este y otros numerosos casos nos deben de animar a no hundirnos ante la derrota, a levantarnos con más fuerza, ya que estaremos más preparados (seremos más competentes) para seguir el camino marcado. En definitiva, ser vulnerables nos proporciona la fortaleza necesaria para seguir creciendo. Los miedos y resistencias se convierten en fuentes de aprendizaje. No te preocupes en caerte, lo que hay que estar es preparado para levantarse y con más energía fruto del aprendizaje adquirido.
Como bien indica Juan Carlos Cubeiro en su libro La sensación de fluidez: “No hay que temer a probar, fracasar y aprender de los errores. Si no probamos cosas nuevas no obtenemos resultados diferentes.”
Cae siete veces, levántate ocho
(Proverbio chino)
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